Sueños y ruedas sin límites

25.09.2020

Nació en Bogotá en 1995 y ha forjado su vida para ser una campeona. María Angélica Bernal tuvo el honor de ser la primera tenista (hombre o mujer) en darle una victoria a Colombia en un Grand Slam en el torneo de silla de ruedas. Y aunque ayer quedó elimi­nada en semifinales, al perder con la japonesa Yui Kamiji por 2-6, 1-6, su sola participa­ción fue una victoria.

SEBASTIÁN ARENAS / EL ESPECTADOR 

 

La verdad es que el solo hecho de estar acá (en el US Open) ya era un sueño, era uno de mis grandes objetivos. Ayer (jueves) fue un partido muy duro; hoy (este viernes), con­tra la segunda mejor jugadora del mundo, pues, era un poco más difícil. Era una chica zur­da y con buenos golpes. Perdí, pero me sentí bien", le dijo a EL TIEMPO en una corta comunicación telefónica.

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Esta atleta convirtió su discapacidad (carencia de miembro, pierna derecha) en la fórmula para ser una de las mejores deportistas paralím­picas en América.

La bogotana se probó en dis­tintos deportes como patinaje y voleibol, pero a los once años su vida cambió y conoció el tenis en silla de ruedas, que hoy la tiene entre las mejores.

"El tenis en silla de ruedas es un poco diferente al conven­cional. Es más fácil el retorno que el saque, y eso se vio en estos dos partidos del US Open. Pero, como digo, fue muy emocionante represen­tar a Colombia. He venido haciendo un trabajo de largos años, a este torneo solo entran ocho chicas, las mejores del mundo, y ya es ganancia", añadió.

Su primera experiencia en un Grand Slam le dejó ganas de seguir compitiendo a gran escala y buscar títulos.

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"Ahora, no solo quiero jugar Grand Slam, sino ganarlos. Quiero jugarlos todos, tener buenos resultados, también pensando en los Juegos Para­límpicos de Tokio 2021, en los que no solo quiero estar, sino competir", comentó.

Angélica, de 25 años, ha parti­cipado de dos olimpiadas y en tres Juegos panamericanos.

Ahora no tiene un calendario definido, pero espera una invitación para poder jugar Roland Garros, el último Grand Slam del año.

Su historia

Esta atleta convirtió su discapacidad (carencia de miembro, pierna derecha) en la fórmula para ser una de las mejores deportistas paralím­picas en América.

Con la enorme sonrisa que la caracteriza, María se ha con­vertido en un ejemplo para los jóvenes y ha demostrado ser fuente de disciplina, "mi papá es deportista y siempre trató de involucrarme, hoy agradez­co cada consejo y cada vez que me motivaba a realizar algún deporte".

La Bogotana se probó en dis­tintos deportes como patinaje y voleibol, pero a los once años su vida cambió y conoció el tenis en silla de ruedas, "me invitaron a informarme sobre el deporte adaptado y que podía tener la oportunidad de practicarlo a nivel profesional, viajé a los dos meses a Argen­tina y quedé campeona en la categoría junior, me entusias­mé y decidí entrenar mucho más".

Como presagio de éxito, Ber­nal, escogió el tenis con tan solo once años y hoy, esa deci­sión ha sido de las mejores en su vida, pues con veinticuatro años, ya cuenta con trece de experiencia, en los que ha estado en dos versiones de Juegos Paralímpicos y en tres Juegos Panamericanos. En la versión más reciente, Lima 2019, se consagró campeona en individuales y subcampeo­na en dobles.

Precisamente, toda esta trayectoria ha estado acom­pañada de las personas que ella más quiere, "mi familia y mis entrenadores me moti­van día a día a ser mejor, soy una persona muy cercana a las personas que me rodean, me gusta estar con ellos y trabajar cada día para darles muchas alegrías", dice la cam­peona cuando le preguntan sobre sus motivaciones.

El tenis le ha dado muchas alegrías, pero nunca se an­ticipa a nada, las medallas y los resultados no le quitan el sueño pues sabe que, "el de­porte es como la vida, nunca tienes que esperar para tener algo, sino que debes trabajar y luchar por tenerlo", bajo esta máxima compite María Angélica.

La tenista afirma y cree en que el trabajo nunca traiciona y por eso invita a todos a que veamos de otra forma el de­porte paralímpico, "el trabajo y la exigencia de un deportista siempre lo van a llevar al éxito y nosotros nos esforzamos y trabajamos igual que todos, con la única diferencia de que tenemos una discapacidad, pero el trabajo es igual, la felicidad es la misma, sim­plemente mi silla de ruedas es el complemento de mis piernas".